Vistas de página en total

lunes, 30 de junio de 2014

Textos compartidos (24 febrero 2014) Semestre 2014-II

Un corazón que escuche
Compartido por Claudia Acosta (24 febrero 2014)
Un médico psicólogo atendía una consulta en un hospital donde la mayoría de sus pacientes eran adolescentes.
Cierto día le enviaron un joven de 14 años que desde hacía un año no pronunciaba palabra y estaba internado en un orfanato.
Cuando era muy pequeño, su padre murió. Vivió con su madre y abuelo hasta hacía un año; cuando tuvo 13 años muere su abuelo, y tres meses después su madre en un accidente.
Sólo llegaba al consultorio y se sentaba mirando las paredes, sin hablar.
Estaba pálido y nervioso.
El psicólogo no podía hacerlo hablar. Comprendió que el dolor del muchacho era tan grande que le impedía expresarse, y él, por más que le dijera algo, tampoco serviría de mucho.
Optó por sentarse y observarlo en silencio, acompañando su dolor.
Después de la segunda consulta, cuando el muchacho se retiraba, el doctor le puso una mano en el hombro: "Ven la semana próxima si gustas... duele ¿verdad?
El muchacho lo miró, no se había sobresaltado ni nada; sólo lo miró y se fue.
Cuando volvió a la semana siguiente, el doctor lo esperaba con un juego de ajedrez. Así pasaron varios meses sin hablar, pero él notaba que David ya no parecía nervioso y su palidez había desaparecido.
Un día mientras el doctor miraba la cabeza del muchacho mientras él estudiaba agachado en el tablero, pensaba en lo poco que sabemos del misterio del proceso de curación.
De pronto David alzó la vista y lo miró: "Le toca", le dijo.
Ese día empezó a hablar, hizo amigos en la escuela, ingresó a un equipo de ciclismo y comenzó una nueva vida, su vida.
Posiblemente el médico le dio algo, pero también aprendió mucho de él.
Aprendió que el tiempo hace posible lo que parece dolorosamente insuperable; a estar presente cuando alguien lo necesita; a comunicarnos sin palabras.

El secreto para ser feliz
Compartido por Claudia Acosta (24 febrero 2014)


Hace muchísimos años vivía en la India un sabio, de quien se decía que guardaba en un cofre encantado un gran secreto que lo hacía ser un triunfador en todos los aspectos de su vida y que, por eso, se consideraba el hombre más feliz del mundo. Muchos reyes, envidiosos, le ofrecían poder y dinero, y hasta intentaron robarlo para obtener el cofre, pero todo era en vano. Mientras más no intentaban, más infelices eran, pues la envidia no los dejaba vivir. Así pasaban los años y el sabio era cada día más feliz.
Un día llegó ante él un niño y le dijo:
"Señor, al igual que tú y yo también quiero ser inmensamente feliz".
"¿Por qué no me enseñaste qué debo hacer para conseguirlo?
El sabio al ver la sencillez y la pureza del niño, le dijo: "A ti te enseñaré el secreto para ser feliz".
"Ven conmigo y presta mucha atención.
"En realidad son dos cofres en donde guardó el secreto para ser feliz, y estos son mi mente y mi corazón, y el gran secreto no es otro que una serie de pasos que debes seguir a lo largo de la vida"
"El primer paso, es saber que existe la presencia de Dios en todas las cosas de la vida, y por lo tanto, debes amarlo y darle gracias por todas las cosas que tienes.
"El segundo paso, es que debes quererte a ti mismo, y todos los días al levantarte y al acostarte, bebés afirmar: Yo soy importante, yo valgo, yo soy capaz, son inteligente, soy cariñosa, cariñoso, espero mucho de mí, no haya obstáculos que no puedan vencer. Este paso se llama autoestima alta.
"El tercer paso, es que debes poner en práctica todo lo que dices que eres, es decir, si piensas que eres inteligente, actúa inteligentemente; si piensas que eres capaz, haz lo que te propones; si piensas que eres cariñosa, cariñoso, expresa tu cariño; si piensas que no hay obstáculos que no puedas vencer, entonces proponte metas en tu vida y lucha por ella hasta lograrlas. Este paso se llama motivación.
"El cuarto paso, es que no debes envidiar a nadie por lo que tiene o por lo que es, ellos, ellas, alcanzaron su meta, tú logra las tuyas.
"El quinto paso, es que no debes albergar en tu corazón rencor hacia nadie; ese sentimiento no te dejará ser feliz; deja que las leyes de Dios hagan justicia y tú perdona y olvida.
"El sexto paso, es que no debes tomar las cosas que no te pertenecen, recuerda que, de acuerdo a las leyes de la naturaleza, mañana te quitarán algo de más valor.
"El séptimo paso, es que no debes maltratar a nadie; todos los seres del mundo tenemos derecho a que se nos respete y que se nos quiera.
Y por último, levántate siempre con una sonrisa en los labios, observa a tu alrededor y descubre en todas las cosas el lado bueno y bonito; piensa en lo afortunado que eres al tener todo lo que tienes, ayuda a los demás, sin pensar qué vas a recibir nada a cambio, mira a las personas y descubre en ella sus cualidades y dales también a ellos el secreto para ser triunfador y que de esta manera, puedan ser felices"
Aplica estos pasos y verás qué fácil es SER FELIZ.

Nunca te detengas, Madre Teresa de Calcut
Compartido por: Claudia Acosta (24 febrero 2014)

Siempre ten presente que la piel se arruga, el pelo se vuelve blanco, Los días se convierten en años... Pero lo importante no cambia; tu fuerza y tu convicción no tienen edad. Tu espíritu es el plumero de cualquier tela de araña. Detrás de cada línea de llegada, hay una de partida. Detrás de cada logro, hay otro desafío. Mientras estés viva, siéntete viva. Si extrañas lo que hacías, vuelve a hacerlo. No vivas de fotos amarillas... Sigue aunque todos esperen que abandones. No dejes que se oxide el hierro que hay en ti. Haz que en vez de lástima, te tengan respeto. Cuando por los años no puedas correr, trota. Cuando no puedas trotar, camina. Cuando no puedas caminar, usa el bastón. ¡Pero nunca te detengas!

“Las mil canicas”
Compartido por Claudia Acosta (24 febrero 2014)


Cuanto más envejezco, más disfruto de las mañanas del sábado

Tal vez es la quieta soledad que viene con ser el primero en
Levantarse, o quizá el increíble gozo de no tener que ir al trabajo... de todas maneras, las primeras horas de un sábado son en extremo deleitosas.
Hace unas cuantas semanas, me dirigía hacia mi equipo de radio-aficionado en el sótano de mi casa, con una humeante taza de café en una mano y el periódico en la otra.
Lo que comenzó como una típica mañana de sábado, se convirtió en una de esas lecciones que la vida parece darnos de vez en cuando...
Déjenme contarles:
Sintonicé mi equipo de radio a la porción telefónica de mi banda, para entrar en una red de intercambio de sábado en la mañana.
Después de un rato, me topé con un compañero que sonaba un tanto mayor.
Él le estaba diciendo a quien estuviese conversando con él algo acerca de "unas mil canicas".
Quedé intrigado y me detuve para escuchar lo que tenía que decir:
Bueno, Tom, de veras que parece que estás ocupado con tu trabajo. Estoy seguro que te pagan bien, pero es una lástima que tengas que estar fuera de casa y lejos de tu familia tanto tiempo.
Es difícil imaginar que un hombre joven tenga que trabajar 60 horas a la semana para sobrevivir.
Qué triste que te perdieras la presentación teatral de tu hija.
Continuó:
Déjame decirte algo, Tom, algo que me ha ayudado a mantener una buena perspectiva sobre mis propias prioridades.
Y entonces fue cuando comenzó a explicar su teoría sobre unas “mil canicas".
Ves, me senté un día e hice algo de aritmética. La persona promedio vive unos 75 años. Yo sé, algunos viven más y otros menos, pero en promedio, la gente vive unos 75 años.
Entonces, multipliqué 75 años por 52 semanas por año y obtuve 3,900, que es la cantidad de sábados que la persona promedio habrá de tener en toda su vida.
Mantente conmigo, Tom, que voy a la parte importante.
Me tomó hasta que casi tenía 55 años pensar todo esto en detalle,
Continuó:
Y para ese entonces, con mis 55 años, ¡¡ya había vivido más de 2,800 sábados!!
Me puse a pensar que si llegaba a los 75 años, sólo me quedarían unos 1.000 sábados más que disfrutar.
Así que fui a una tienda de juguetes y compré cada canica que tenían. Tuve que visitar 3 tiendas para obtener 1.000 canicas. Las llevé a casa y las puse en una fuente de cristal transparente, junto a mi equipo de radio-aficionado.
Cada sábado, a partir de entonces, he tomado una canica y la he tirado.
Descubrí que al observar cómo disminuían las canicas, me enfocaba más sobre las cosas verdaderamente importantes en la vida. No hay nada como ver cómo se te agota tu tiempo en la Tierra, para ajustar y adaptar tus prioridades en esta vida.
Ahora déjame decirte una última cosa antes que nos desconectemos y lleve a mi bella esposa a desayunar.
Esta mañana, saqué la última canica de la fuente de cristal… y entonces, me di cuenta de que si vivo hasta el próximo sábado, entonces me habrá sido dado un poquito más de tiempo de vida… y si hay algo que todos podemos usar es un poco más de tiempo.
Me gustó conversar contigo, Tom, espero que puedas estar más tiempo con tu familia y espero volver a encontrarnos aquí en la banda.
Hasta pronto, se despide "el hombre de 75 años", cambio y fuera, ¡Buen día!
Uno pudiera haber oído un alfiler caer en la banda cuando este amigo se desconectó.
Creo que nos dio a todos, bastante para pensar.
Yo había planeado trabajar en la antena aquella mañana, y luego iba a reunirme con unos cuantos radio-aficionados para preparar la nueva circular del Club.
En vez de aquello, subí las escaleras y desperté a mi esposa con un beso.
-Vamos, querida, te quiero llevar con los muchachos a desayunar afuera.
-¿Qué pasa? - preguntó sorprendida.
-Oh, nada; es que no hemos pasado un sábado junto con los muchachos en mucho tiempo.
-Por cierto, ¿pudiésemos parar en la tienda de juguetes mientras estamos fuera? Necesito comprar algunas canicas...
Nos acostumbramos a vivir en departamentos y a no tener otra vista que no sea las ventanas de alrededor. Y porque no tiene vista, luego nos acostumbramos a no mirar para afuera. Y porque no miramos para afuera, luego nos acostumbramos a no abrir del todo las cortinas. Y porque no abrimos del todo las cortinas luego nos acostumbramos a encender más temprano la luz.
Y a medida que nos acostumbramos olvidamos el Sol, olvidamos el aire, olvidamos la amplitud.
Nos acostumbramos a despertar sobresaltados porque se nos hizo tarde.
A tomar café corriendo porque estamos atrasados.
A comer un sándwich porque no da tiempo para comer a gusto.
A salir del trabajo porque ya es la tarde.
A cenar rápido y dormir pesados sin haber vivido el día.
Nos acostumbramos a esperar oír el teléfono el día entero y oír "hoy no puedo ir".
A sonreír a las personas sin recibir una sonrisa de vuelta.
A ser ignorados cuando precisábamos tanto ser vistos.
Si el cine está lleno nos sentamos en la primera fila y torcernos un poco el cuello.
Si la playa está contaminada, sólo los pies y sudamos el resto del.
Si el trabajo está duro, nos consolamos pensando en el fin de semana. Y si el fin de
Semana no hay mucho que hacer vamos a dormir temprano y quedamos satisfechos porque siempre tenemos sueño atrasado.
Nos acostumbramos a ahorrar la vida. Que, de poco a poquito, igual se gasta y que una vez gastada, por estar acostumbrados, nos perdimos de vivir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario